Situar las decisiones más cerca de los ciudadanos y de los militantes es la mejor manera de combatir los desequilibrios

Más cerca del ciudadano

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Ahora que estamos todos cegados por la niebla del Montseny, tengo que decir que, para mí, es indudable que el Partido Socialista es el único partido que aporta un modelo de solución razonable a la vertebración de todos los territorios en un solo estado.

Se quiera o no, es la solución federal la única que puede aportar estabilidad ante las tensiones que se han vivido en otros momentos, se viven ahora con especial virulencia y se vivirán en el futuro mientras se siga practicando el tancredismo mariano o el albertismo subordinado.

Aprovechando que se inician los trámites para la puesta en marcha de la comisión parlamentaria sobre el modelo territorial propuesta por el PSOE, me gustaría hacer algunas reflexiones sobre la necesidad de que los procesos de descentralización no se queden sólo en las grandes estructuras estatales y se apliquen en todos los niveles territoriales como la mejor manera de gestionar y solucionar los problemas de los ciudadanos.

Hay quien piensa que descentralizar la toma de decisiones, colocarlas más cerca de los ciudadanos, sólo es necesario o tiene sentido en las grandes estructuras territoriales: por ejemplo, el estado o las regiones con un cierto número de provincias o divisiones administrativas. Se olvidan de que el problema no es de número sino de acercamiento o lejanía a los centros de decisión y de desequilibrio entre territorios. Es decir, de la existencia o no de desigualdades que hay que corregir.

La situación de las alas de Asturias

Y eso lo sabemos bien en las zonas rurales y, concretamente, en Asturias. Sobre todo en las alas. Asturias es una región uniprovincial y pequeña y, sin embargo, el desequilibrio que existe entre el centro y las zonas occidental y oriental – que soportan un proceso de despoblamiento y envejecimiento galopantes – hace más necesario que nunca que la toma de decisiones esté lo más cerca posible de donde han de surtir sus efectos. Eso y no otra cosa supone la aplicación del principio de subsidiariedad que aparece como de pasada en la Ponencia Marco del Congreso de los socialistas asturianos.

Y para conseguirlo no hace falta crear estructuras administrativas costosas y pesadas. Asturias cuenta ya con una estructura comarcal que está, además, operativa a través de los Grupos de Desarrollo Rural que llevan tiempo trabajando y que puede ser un perfecto soporte de descentralización. Sólo falta que haya voluntad, recursos y asumir, de una vez por todas, que se necesitan mecanismos de discriminación positiva a favor del medio rural.

Comarcalizar los partidos

Y lo mismo pasa en los partidos. También en ellos se deben producir fenómenos de descentralización y también en ellos se debe corregir el desequilibrio entre el centro y las alas. Para ello es una herramienta fundamental la aplicación de factores de corrección que otorguen una mayor representación a quienes, en realidad, actúan en estos momentos como si fueran figurantes sin ningún protagonismo.

También el cambio debe operar aquí abriéndose a una comarcalización que, por un lado, refleje la diversidad del territorio y que, por otro, permita que los pequeños y lejanos tengan una voz que se oiga.

Siempre se dice que el PSOE es el partido que más se parece a España. Es verdad.

En Asturias pasa también. La Federación Socialista se parece a la Asturias actual, desequilibrada territorialmente. Con un centro que, como ocurre con los agujeros negros, absorbe casi todo para dejar unas alas viejas y vacías.

Pero esa no es la Asturias que queremos. Queremos una Asturias diversa y viva, de Oriente a Occidente. Una Asturias de aldeas, pueblos, villas, ciudades y comarcas donde el paisano no sea una especie en peligro de extinción.

También en el ámbito político la queremos así. Los socialistas, en su próximo Congreso, vuelven a tener una oportunidad.

Yo creo que debería aprovecharse.

Juan Santiago