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Hace unas semanas en “Lo que le falta a Podemos” señalábamos que la transversalidad que ha adoptado el nuevo partido era un motivo de preocupación puesto que indicaba el abandono de su definición ideológica y, por tanto, de su identificación como una fuerza de izquierdas que, incluso, pudiera llegar a ser hegemónica en ese espacio.

Es claro para mí que estamos ante un planteamiento estratégico que se basa en los números que le atribuyen los estudios de opinión. Unos números que parecen mover a sus dirigentes hacia la confrontación directa con el PSOE a la busca de un espacio que les permita el sorpasso.

No diré en este punto si me parece bien o mal, aunque en todo momento sostengo que la estrategia no puede estar carente de concepto y mucho menos de ideología pero, en cualquier caso, la posición de Podemos y la ya conocida decisión de afrontar las citas electorales, básicamente en solitario, sin comprometer sus siglas y no en todo el territorio, deja espacios abiertos que pueden ser ocupados por fuerzas que se muestren claramente reconocibles como integrantes de una auténtica izquierda. Otra cosa distinta es la amplitud que el día de las urnas pueda llegar a tener ese espacio.

Abundaré, por otra parte, en el hecho de que, dejando a un lado la Ley d’Hont y la lucha por los restos, me parecen más importantes los acuerdos postelectorales que los preelectorales puesto que permiten el conocimiento exacto de la correlación de fuerzas y tienen el valor de fijar programas de gobierno más exactos y concretos de cara a dar satisfacción a las mayorías que puedan resultar del proceso electoral.

Dicho esto, y en relación con la posición de Podemos, tengo la sensación de que, desde Izquierda Unida. se transmite estos días una especie de sensación de abandono o traición. Como de novio abandonado a la puerta del Juzgado. Supongo que no se trata más que de eso, de una sensación que se transmite hacia el exterior, y que esa apariencia no se corresponde con la dinámica real de una organización, siempre en tensión, inmersa en un proceso de renovación y de absorción de fuerzas internas de nuevo cuño.

Hay una necesidad ineludible de fuerzas claramente reconocibles como de izquierdas que concurran como tal a las próximas elecciones

Lo que para mí está claro es la necesidad ineludible que hay en este momento y en este país de la existencia de una o varias fuerzas claramente reconocibles como de izquierdas que concurran a las elecciones que se avecinan ofreciendo alternativas, desde ese ámbito ideológico, al amplio conjunto de electores que, como se refleja, en este artículo de Sebastián Lavezzolo en el Diario.es, está creciendo en este país.

Una o varias fuerzas, desde lo que debería ser el Partido Socialista, pasando por IU y hasta llegar a Equo, que se dirijan desde presupuestos ideológicos de izquierdas a la totalidad de los electores de todo el país.

A este respecto y de cara a las próximas elecciones municipales, me gustaría poner de relieve algo que, desde mi punto de vista, está sucediendo en una parte importante del territorio.

Está claro que los nuevos movimientos políticos tienen, básicamente, un componente urbano. Nacen en las grandes ciudades y es, a partir de ellas, desde donde tratan de expandirse y, aunque es verdad que la penetración en redes les da una dimensión más horizontal y extendida, hoy, a poco más de cuatro meses de la que ha de ser la cita electoral más importante de los últimos treinta años, podemos decir que nos encontramos con varios millones de votos, concentrados en miles de pequeños pueblos, que están en manos de un universo de electores perplejos que miran a su alrededor tratando de averiguar hacia dónde van a ir. Casi como si se preguntaran qué hacer con su voto.

beataniaMuchos de esos electores lo único que saben en estos momentos es a quién no van a votar pero están como el arpa en el ángulo oscuro del salón, olvidados de su dueño y esperando una voz que como a Lázaro le diga: levántate y anda.

Esa voz todo parece indicar que no será la de Podemos por decisión propia y por carencia real y lógica de implantación. También es verdad que, en términos absolutos, tal vez no estemos ante la parte electoral del león y que, seguramente de cara a las generales, no tendrá tanta importancia este hecho, pero hay que tener en cuenta que las municipales son antes, que el espacio existe y que las tendencias que afloren en esas elecciones van a ser muy importantes en el futuro de este país y en las políticas que en él se puedan llevar a cabo.

En mi opinión, en esa parte del territorio hay un gran número de ciudadanos que están expectantes mirando a su izquierda. Un gran número de ciudadanos que elegirá a unos alcaldes y concejales que cifrarán, que saldrán en esos mapas de colorines que indican los ganadores en cada sitio y que serán los encargados de gobernar y crear opinión en sus pueblos.

Y a esos ciudadanos la izquierda real no puede permitirse abandonarlos. Ninguna izquierda que se sienta como tal. Para esa gente, para esos electores que si quedan huérfanos pueden ir a la abstención y permitir el triunfo contrario por incomparecencia, su voto útil sigue estando a la izquierda. Por eso digo que hoy, más que nunca, la izquierda sigue siendo necesaria.

 Juan Santiago