La sangría del PSOE por su izquierda puede venir no sólo por la existencia del acuerdo IU-P’s sino por no recordar la existencia de un sector del propio partido que abomina de los acuerdos con la derecha.

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el ala izquierda del PSOE

El acuerdo entre Izquierda Unida, Podemos y las Confluencias marca el arranque real de la campaña del 26J y añade un elemento que puede ser clave en la configuración del nuevo Parlamento y en las posibilidades de articular un nuevo gobierno.

Lógicamente, no se trata de sacar la bola de cristal como hacen muchos de los llamados institutos demoscópicos, sino de poner de manifiesto cuáles son las incertidumbres en las que puede ahondar ese movimiento de un sector situado a la izquierda del PSOE.

En ese sentido, no parece que sea demasiado aventurado pensar que ha de ser,  precisamente, el Partido Socialista quien tenga que calibrar en mayor medida cuál puede ser el impacto del nuevo actor en juego a la hora de establecer su estrategia de campaña y su posición frente al resto de fuerzas políticas.

es muy importante para los socialistas no errar a la hora de dirigir el punto de mira

Y, desde ese punto de vista, es muy importante para los socialistas no errar a la hora de dirigir el punto de mira porque podríamos estar ante un momento crítico que se puede traducir en un punto de no retorno.

Desde mi punto de vista, el principal error que se podría cometer sería establecer como premisa inicial que el partido tiene un suelo definido, alcanzado en las elecciones de diciembre, y que, llegados a este punto, un movimiento como el que se ha producido no puede tener una influencia decisiva en la configuración del voto socialista por cuestiones de fidelidad o de rechazo a posiciones que se entienden como extremistas.

Y digo que podría ser un gran error porque ello supondría olvidar que una parte no menor de ese voto es claramente de izquierdas y no de centro izquierda, como teóricamente ha sido la posición que se ha reflejado en el poco práctico acuerdo con la derecha de Ciudadanos.

Ello supondría olvidar, de paso, la propia historia de la organización que ha contado siempre con la existencia de almas diversas y de corrientes internas distintas que, dependiendo de las épocas, han tenido un mayor o menor peso en ella.

Sería olvidar que siempre ha existido un ala izquierda dentro del Partido Socialista Obrero Español y que, aunque en estos momentos, está prácticamente expulsada de los aparatos y de los centros de decisión, supone un núcleo de militantes y simpatizantes significativo que es preciso tener en cuenta.

Está claro que el predominio en estos momentos del ala derecha es prácticamente absoluto. Basta echar una mirada al equipo negociador del solemne acuerdo para darse cuenta de ello. Es manifiesto que, tras la transformación de los socialdemócratas pata negra en social-liberales o neosocialistas, las élites dirigentes han ido marginando y dejando casi en la irrelevancia a un ala izquierda que, una parte, está bajo el paraguas de Izquierda Socialista y otra parte está, como decía Chus Lampreave en “La flor de mi secreto”, como vaca sin cencerro.

Pero existe. Las cosas no desaparecen porque no se las quiera mirar. No toda la militancia ni todos los votantes comulgan con las mismas ruedas. Otras fuerzas lo saben y se desgañitan lanzando mensajes en esa dirección ante la mirada de unos dirigentes que posturean sintiéndose muy ofendidos, mientras siguen de ganchete con los neoconservadores.

La situación está francamente comprometida y algunos están quedando en tierra de nadie. El problema es que en estos tiempos, si te quedas en tierra de nadie, te quedas en realidad en el desierto. Y en la travesía del desierto no te sirve de nada el cuchillo que usaste para acabar con tu adversario si te has quedado sin agua.

Juan Santiago