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Hace ya dos años, publicaba Ángel Cano en este mismo medio un artículo al que titulaba “El problema de Europa es Alemania” y en él mantenía la tesis de que los desequilibrios que se evidencian en la Unión Europea, provienen del propio desajuste en el ejercicio del poder real, producido por el predominio de Alemania a la hora de imponer políticas que van exclusivamente en beneficio de los intereses de su sector financiero y de sus grandes corporaciones, a costa, básicamente, de los sectores populares y las clases trabajadoras de los países del sur.

Se ponía así de manifiesto el carácter disgregador de esta circunstancia y se daba la razón a Tsipras que, ya entonces, aún fuera del gobierno y de los chantajes de “las instituciones”, afirmaba “que los auténticos europeístas son los que se oponen a un proyecto basado en la desestructuración social, los que abogan por una alianza con los ciudadanos y no con los financieros y los que promueven una Europa regida por auténticos valores democráticos y de solidaridad”.

Pues bien, dos años después, nos encontramos con que el camino recorrido avanza de manera inexorable hacia esa fractura del proyecto europeo sin que ninguno de los actores parezca darse cuenta de los riesgos potenciales que amenazan en ese camino.

Sorprende, por ejemplo, la posición de Francia, regida por presuntos socialdemócratas, que ha renunciado a su histórico papel de contrapeso de las tradicionales ansias imperialistas germanas y se alinea de una manera tibia y vergonzante detrás de las anchas espaldas de Frau Merkel.

Sorprende asimismo la posición de los también presuntos socialdemócratas del SPD avalando un tipo de ejercicio del poder que atenta directamente, tanto en la forma como en el fondo, contra principios básicos sostenidos históricamente por la izquierda europea.

drstrangelove02Evidentemente, no sorprende lo más mínimo la sumisión vergonzosa y vergonzante de los propios gobiernos de los países del sur, dispuestos a recibir en las nalgas de sus conciudadanos todos los cachetes que les quiera administrar el Doctor Strangelove, con tal de mantener la obediencia a sus patronos y obtener el premio de su parcelita de poder.

Tal vez lo que, en cierto modo, pueda ser sorprendente es la posición de algunos dirigentes ¿socialdemócratas? de los partidos de oposición que dedican sus principales esfuerzos a envolverse en grandes banderas mientras miran hacia otro lado para no ver el sufrimiento de las clases populares europeas.

Todos ellos, además de traicionar postulados y principios ideológicos, así como conceptos clave del proyecto europeo, cometen el error de olvidar las enseñanzas de la historia.

Aludiendo a ello en una entrada de su blog titulada Grecia contra los hombres de gris, señala Juan Carlos Monedero que “lo incomprensible es que Europa vuelve ahora a dejar suelta a Alemania”. Esta Europa, aparentemente timorata ante el poderío alemán, olvida los últimos cien años de la historia alemana y europea y vuelve a poner el destino de un continente en manos de quien desprecia no sólo a estos perezosos y vagos pueblos del sur, sino también los esfuerzos de solidaridad de esos mismos maleantes que le han permitido una reconstrucción de su estructura productiva y le han proporcionado una buena parte del coste de una reunificación que le ha conferido un poder que no tenía.

Olvidar la historia es condenarse a repetirla. El problema es que, tal vez, a la tercera vaya la vencida y que, ante ello, ya no vale la tibieza ni la equidistancia.

Juan Santiago