La consulta a los militantes del PSOE parece un simple postureo sin el alcance que en un principio Pedro Sánchez le dio

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Está claro que ya no eres nadie políticamente si no planteas consultas, si no abogas por primarias, si no se te llena la boca de regeneración o si no convocas muchas reuniones.

Lo cual esta muy bien porque, en teoría, todo esto no son más que conceptos o mecanismos que sirven para que los ciudadanos participen en la toma de decisiones que les afectan, más allá del voto en las elecciones cada cuatro años.

El problema está en que empezamos a tener la sensación de que, en muchos casos, no estamos más que ante meros postureos cuando no ante puras y simples tomaduras de pelo.

Veamos, por ejemplo, el caso de la consulta de Pedro Sánchez a la militancia socialista en relación con los pactos de legislatura o gobierno.

Curiosamente, la consulta propuesta por Sánchez fue un mecanismo ideado por la Comisión Ejecutiva para obtener un blindaje frente al Comité Federal en la búsqueda de un acuerdo de gobierno con las fuerzas de izquierda, que no era bien visto por los llamados barones. Se trataba, en definitiva, de parapetarse detrás de unas bases que, es bien conocido, están más a la izquierda que las direcciones y aparatos.

Pero, el tiempo pasa, las presiones se recrudecen, la conversaciones dirigidas por el fontanero jefe se van deslizando y, finalmente, aquella consulta, aplaudida por las bases, se transforma, por arte de magia, en el blindaje contrario, es decir, en el aval a la posición de los grandes popes del Comité Federal que abogaban, precisamente, por el acercamiento a la derecha presentable.

Como en el circo, con o sin animales, el más difícil todavía.

Como decía antes, puro postureo o simple tomadura de pelo a la militancia porque, de los productores de “OTAN de entrada NO”, llega ahora a nuestras pantallas una pregunta trampa que mezcla los acuerdos de investidura alcanzados con la derecha a las propuestas hechas y no resueltas con la izquierda, para acabar preguntando por el respaldo a un presunto gobierno “progresista y reformista” basado en el único acuerdo que existe que es con Ciudadanos. ¡Fantástico!

Para empezar, diremos que la consulta incumple la propia normativa que se había establecido y no debería haberse producido en estos términos porque estaba reservada para cuando existiera un acuerdo de gobierno, cosa que no es, ni de lejos, lo firmado con Ciudadanos, se le quiera llamar como se le quiera llamar.

Nada de esto era necesario. Bastaba con dirigirse a los militantes para explicarles con naturalidad que se había llegado a un acuerdo con Ciudadanos, como medio para lograr la investidura y formar un gobierno, en solitario o en coalición, si se conseguían otros apoyos. Los militantes no son idiotas y lo hubieran comprendido rápidamente, independientemente de que prefieran socios de izquierda o de centro derecha.

Eso sí, con el compromiso de hacer una consulta de verdad cuando existiera un acuerdo cerrado que diera la llave para gobernar.

Porque eso sí es auténtica participación. Porque eso sí permite emitir una opinión fundada. Porque la participación, para ser de verdad, debe basarse en la información, el conocimiento de los datos y la transparencia. Porque si no, todo esto tan importante de la democracia real se convierte en un circo en el que sólo sale ganando el forzudo que levanta pesas de cartón.

Juan Santiago